El culto al Corazón de Jesús es el culto al amor con que Dios nos ha amado en Jesús y es al mismo tiempo la esencia del amor con que nosotras amamos a Dios y a los hombres. La contemplación del Corazón de Cristo nos invita a mirar la creación y a remontarnos así al misterio trinitaria, al centro del mismo misterio de Dios y su designio de salvación.
El Corazón de Jesús es el corazón del Apóstol que va en busca de la oveja perdida, que tiene piedad de las multitudes, que las alimenta con su Palabra y con su pan y cuyo único móvil es la gloria de Dios y la salvación de los hombres. Contemplar el Corazón de Jesús es además contemplar el misterio de la intimidad de la persona divina de Jesús y de su amor infinito y eterno al Padre y a la humanidad. Es referirse a lo que de más personal hay en él y que exige de nosotros una respuesta también enteramente personal, una respuesta del "corazón" (cf. C 35).
"Nuestra Madre Fundadora bebió en las fuentes de esta contemplación inagotable el celo ardiente y el dinamismo que dieron origen a la Congregación. Al ponerse en contacto con el fuego vivo de¡ amor de Cristo sintió que se encendía en ella un deseo: entregarse del todo a Dios y a la humanidad. Es natural que haya querido transmitir esta espiritualidad a sus hijas (refiriéndose a las religiosas) para que sea también para ellas fuente de inspiración: 'Ellas procurarán prender este fuego en todos los corazones después de haber encendido el suyo en el Corazón Sagrado de Jesucristo'." (ENJM 28).